domingo, 19 de setiembre de 2010

Soltero y maduro: ¡cómo jode la presión social!

Siempre me dicen que no debería importarme lo que piense el resto de mí. Trato de seguir ese consejo, y, en la medida de lo posible, me echo las críticas o comentarios a las espaldas. Pero debo admitir que me cuesta mucho.

Últimamente, que estoy un tanto entradito en la base tres, me ha comenzado a molestar mucho lo que piense de mí la sociedad heterosexual que no sabe de mi condición de gay. Puedo entender que mi entorno hetero tenga curiosidad por saber de mí, pero detesto sentir que me acorralan poniéndome en la disyuntiva de decirles a todos que soy gay y compartir con ellos que tengo una pareja estable por más de dos años, o que, simplemente, al no confesarles esos detalles de mi vida, los haga pensar que, como todo “soltero y maduro”, soy un maricón seguro y, lo que es peor, solitario.

No tienen derecho de colocar en esa posición a ninguna persona. Y últimamente lo he sentido en varios círculos en los que me muevo. En el trabajo, entre los amigos y colegas que aprecio mucho pero que aún no saben todo de mí y entre uno que otro familiar.

Trabajo en el mismo sitio varios años. Y nunca me han visto ni con enamorada, ni como un pendejito que mira el culo a las chicas. La verdad, nunca he buscado presentarme como algo que no soy. Desde luego, no faltan los rumores sobre mí. Además, las lenguas viperinas que siempre aderezan la rutinaria vida en una oficina, se han dedicado a mi sexualidad en un par de oportunidades. Pero puedo vivir con eso.

Recuerdo que en junio último, en la celebración día del padre, se ofreció un agasajo a los papás de la institución. Como cabeza de mi área tenía que asomar las narices por la bendita reunión para felicitar a todos aquellos que tienen la bendición de ser padre. Abrazos van, abrazos vienen. No faltaron las felicitaciones para mí, las mismas que corregía al instante, diciendo que yo no era papá. Unos cuantos me preguntaban “¿Cuándo?". Otros simplemente me decían, que parecía un padre de familia (por la panza). Sin embargo, el gerente, que iba saludando a todos, llegó hasta mi sitio. Me vio y se detuvo.
- Tú todavía, ¿no?
- Así es, todavía.
- Ya pues, Nano. Ya es hora, dijo y puso su cara seria.
Yo solo me reí y tragué saliva y regresé a la celebración. Sentí que me daba una orden. Casi me pongo a anotar. Tarea: Hijo, para el próximo año. Fecha estimada de cumplimiento: imposible determinar, por falta de ganas.

Algo similar sucede con mi familia no tan cercana. Es decir, mis tíos, mis primos, especialmente, los evangelistas, que han comenzado a preguntarme por mi matrimonio y a decirme que recuerde que ahora es cuando estoy en la edad de echar raíces y tener hijos. Cuando me siento incómodo por las preguntas de siempre, simplemente pongo cara de serio y contesto con monosílabos. Nunca falla.

Asimismo, cuando amigos de la oficina me preguntan por los temas del corazón, quisiera decirles que hace mucho que mi corazón no está solo. Pero, la verdad, no quiero convertirme ni en la comidilla ni en el bicho raro. Quizá sea necesario hacerlo, pero solo a quienes yo crea conveniente. No a todos. Caray, la vida privada es justamente eso: privada.

Y lo peor sucede con las amistades heterosexuales con las que me frecuento en reuniones motivadas por las relaciones laborales. Se han empecinado en buscarme novia. Hace varios meses que una amiga, con la que tengo mucha química amical, se ha creído el cuento que todos tejen en torno a los dos. Y siento que ha empezado por lanzarme señales cada vez más directas. Le he hecho notar hasta de maneras poco sutiles que no tengo interés en ella, pero no capta la idea. He llegado a pensar que tiene una fijación conmigo, pues aprovecha para abrazarme o “acomodarse bien” cuando nos tomas fotos o en nuestros bailes y hasta promueve que nos molesten como la nueva parejita. Quisiera decirle que no me gustan las chicas, pero sería salir del closet ante todos los amigos con los que por razones laborales me reúno con mucha frecuencia. Y no quiero eso. Me han sugerido que lleve una pantalla novia. ¡No quiero llegar a esos extremos!

Todo esto me ha hecho preguntarme en los últimos tiempos algunas cosas. ¿Qué pensarán los heterosexuales de mi dizque soltería? ¿Tendrán pena, como sienten con las mujeres que a cierta edad ya entran en la categoría de “se les pasa el tren”? ¿O creen que sufro porque soy gay? ¿O creen que siempre estaré solo y el destino de todos los gays es quedarse solos?

Sea lo que fuera, se me está haciendo cada vez más difícil hacerles entender que del corazón estoy bien y que no encajo en la visión de soltero que tienen en la mente. Pero me rehúso a tener que decirle a cada uno de los que me etiquete como “un soltero y maduro,...” que se ahorre sus lamentaciones y me deje en paz. Quizá todo esté en mi cabeza. Quizá estas cosas siempre existirán no solo con la comunidad gay, sino con todos aquellos que no encajen en las “convenciones sociales”.

Hace mucho que ser homosexual dejó de ser un problema o una carga para mí. Lo saben en mi casa y la gente que aprecio. No me causa fastidio. El fastidio lo ocasiona el resto con su insistente presión para que niegue o confirme sus sospechas. En fin, ahora sé que con el pasar de los años, se vuelve más fuerte y jodida la presión social.

¿A ti también te ha comenzado a molestar la presión social por ser gay? ¿Qué haces para enfrentarte a ella? ¿Crees que llegue a un punto de ser tan fuerte que te obligue a salir del closet?

PD. Dejé de escribir mucho tiempo. La chamba, problemas, falta de inspiración. Ya todo está volviendo a su sitio. Espero no dejar de hacerlo, gracias a quienes preguntaban por nuevas entradas.



Falsa Moral - OBK


Este tema no está dedicado a la comunidad gay, pero la verdad es que la letra se presta mucho. Es cierto. Me gusta mucho, además.

In & Out - ¿Cómo saber si eres gay?


Esta película que protagoniza Kevin Kline, calza perfectamente con esta entrada. Les dejo esta escena, que me parece muy chistosa.