viernes, 7 de mayo de 2010

De Nano para su mami

Mi mamá sufrió para traerme al mundo, más que en el resto de sus embarazos. Siempre me ha dicho que soy el hijo que más tiempo estuvo dentro de su vientre. La verdad, creo que no quería salir de ese lugar tan cómodo. Quizá presentía que no la iba a tener fácil en este mundo cruel. Pienso que por eso me quedé en la barriga de mi viejita 9 meses y diez días. Eso estableció un vínculo especial, pienso yo.
Ella quería que yo fuera mujer. Ya tenía dos hijos. Cuando el obstetra gritó en la sala de parto: “Señora, un machazo más para la patria”, mi madre se puso a llorar. “No quería ser arbitro de pelea. Los hombres son violentos por naturaleza y no quería tres luchadores”, se excusó el día que me contó esa historia por primera vez.
Uno de mis primeros recuerdos de niño es que, en las noches, esperaba a que ella llegara de trabajar como profesora en un colegio para adultos. Necesitaba verla y escuchar su voz —que era enérgica y tosca— para conciliar el sueño y dormir tranquilo.
Mi madre no tenía la virtud de mostrarse cariñosa. Por el contrario, recuerdo que era usual notarla seria y disciplinada, pero siempre pensé que era por su naturaleza de trabajadora incansable. Mucho tiempo fue padre y madre para sus cuatro hijos, todo el tiempo que mi papá quería hacer su vida de soltero hasta cansarse y reivindicarse.
Desde niño entendí que nunca debía molestarla mientras ella dormía o comía, pues corría peligro mi integridad. Pero en el fondo todo era una careta, pues mi mamá ha sido toda su vida una sentimental sin remedio. Siempre llora con facilidad. Creo que solo arruga los párpados y lagrimea.
Nunca le di problemas, en comparación a mis hermanos. Siempre quise ser el hijo modelo que cualquier madre quería tener. Creo que el único problema que le di en toda la vida es que yo haya terminado siendo gay.
La verdad es que sentir que le causaba a ella una decepción al sentirme atraído a personas de mi mismo sexo fue traumático. Creo que me hizo sentir mucho más dolor que el que me causó la represión de la Iglesia. Cuando noté eso, en mi niñez, quise cambiar por mi mamá. No sólo por temor a su reprimenda, sino porque creía que le iba a romper el corazón.
Le agradezco que nunca me haya reprimido, ni que me haya obligado a hacer cosas que no me gustan. Nunca me reprochó que no me gustara jugar fútbol, ni que no saliera con chicas, ni que no me animara a jugara a la guerrita con mis primos ni mis hermanos. Tampoco es que mi madre me engriera. Dios sabe que ella se ha vuelto concesiva con sus nietos, pero jamás con sus críos. Pero nunca me obligó a ser un “machazo”.
Ella siempre supo que su Nano era gay. Pero le costaba aceptarlo. Siempre me lanzaba indirectas. Algunas veces molesta, otras veces bromeando, y unas cuantas resignada. Pero recuerdo que hace varios años, cuando yo había sufrido una decepción amorosa y estaba triste, ella se echó a mi lado, me abrazó y me dijo que sea lo que sea que me tuviera así, ella siempre me iba a querer y me dio un beso en la frente. Y yo no pude contener las lágrimas, que corrían por mis mejillas.
No obstante, de todas maneras, a mi madre le costaba aceptar que su hijo modelo sea homosexual. Un día, en una discusión familiar, mi hermana -que descubrió mi gran secreto revisando mis mensajes de texto del celular- soltó la bomba. “Nano es gay”, gritó delante de todos. Mi madre me miró y puso cara de espanto. Yo sólo atiné a decirle que confiara en mí y que lo que yo decidiera para mí era lo mejor.
En casa no volvieron a tocar el tema, hasta varios años después, que presenté a Axel en mi casa, la única persona que me dio la confianza necesaria para dar ese gran paso. Tuve mucho miedo de introducir a mi pareja a mi círculo familiar. A las dos semanas todos comenzaron a preguntarme. Claro, todos menos mi madre. Luego que le confirmé la sospecha a cada uno de los miembros de mi familia, me contaron que mi viejita un día preguntó… "¿Su amigo Axel es su novio? ¿Nano es gay?" Todos asintieron y mi mamá se puso a llorar.
Pero a los días de ese hecho, Axel y yo llegamos a la casa y sentí que mi madre estaba feliz por mí. Lo vi en su rostro, que era de alegría sincera. Y sentí que me dio su bendición. Y entendió que siempre seré su Nano. Y que, pase lo que pase, ella siempre será mi viejita, a la que adoro y a la que me parezco tanto, tanto, tanto…
¿Tu madre sabe que eres gay? ¿Lo acepta? ¿Cómo es tu relación con ella?

Mercedes Sosa – Las manos de mi madre
Es cierto, Mercedes… las manos de mi madre hacen que lo cotidiano se vuelva mágico. Por eso, la admiro.

Laura Pausini – Lo Siento

Esta canción me ha hecho llorar tantas veces, como ahorita que la escucho mientras posteo esta entrada.

Spice Girls – Mama

Yo sí puedo decir que mi mamá es mi amiga. Pero trabajo que nos ha costado… jejeje

Bjork – In the musical – De la película Dancer in the Dark.
Bjork en la piel de Selma, la protagonista de “Dancer in the Dark” grafica el cariño inmenso de una madre por su hijo.