sábado, 28 de noviembre de 2009

La Sociedad de los Hermanos de Leche

Richi y yo somos amigachos por varios años. Nos hemos conocido amigos, agarres, levantes, puntos y parejas. Hace poco me contó que hacía un tiempo venía contactándose con alguien con quien yo había salido en mis épocas de soltero y libertino.

La verdad, mi episodio con ese patita no tuvo mayor relevancia ni en mi vida amorosa ni en mi vida sexual. Pero el hecho de que Richi me dijera que las cosas con esta persona estaban convirtiéndose en algo más que un simple flirteo, me generó diversos sentimientos. Creo que el más fuerte era el extraño sabor de aceptar que nos habíamos convertido en hermanitos de leche.
Y se lo dije a boca de jarro. “Oye, ahora somos hermanos de leche”, le lancé en son de broma. Richi se ofendió. Y nos peleamos por varios días.

Me había incomodado la situación. Es cierto, era alguien del pasado, que no tenía mayor significado para mí. Pero luego de reflexionar en la causa de mi molestia, llegué a la conclusión de que, en el fondo, sentía que cualquier hombre que hubiera tenido algo conmigo, estaba prohibido para mis amigachos. Sí, hervía en sentimientos machistas y egoístas. El ser humano no puede controlar sus sentimientos.

A los días volvimos a hablar. Quedamos claros en que el shock inicial había pasado y nos reímos de nuestra nueva y “láctea” hermandad.

Quizá muchos pensarán que sobre reaccioné. Y quizá así fue. Pero en realidad, conozco a varias personas que se han relacionado (ya sea como agarres, puntos o pareja) con ex amantes o ex parejas mías y viceversa, y en algunos casos hemos llegado a establecer una relación amical cordial y sincera. Pero este caso era distinto.

Creo que la impresión inicial de sentirse “hermano de leche” de otra persona es grande. De la sorpresa puedes pasar al desconcierto, la decepción o la cólera. En ese momento te asaltan muchas preguntas. Luego asimilas la situación y, en el mejor de los casos, terminas riéndote.

Cada vez me convenzo más que el ambiente limeño es tan pequeño como un pañuelo. Por eso pienso que en Lima se ha extendido una Sociedad de Hermanos de Leche, que muchos no quieren ver o simplemente prefieren no percatarse de él porque lo consideran totalmente irrelevante o quieren evitarse malos ratos.

Más allá del morbo que se pueda ver en este tema y en la (in)trascendencia de contar el número de hermanos de leche puede tener cualquier gay promedio, sí hay varios aspectos sobre los cuales es interesante reflexionar.

Más que una cuestión de números
Mirando introspectivamente, si en mi pasado libertino tuve más de cien amiguitos cariñosos, ¿mi actual pareja debe asumir que tiene más de cien hermanitos de leche? ¿Y desde el momento en que yo empecé a formar parte del historial de otro hombre, automáticamente me convierto en hermano de leche de todos aquellos que estuvieron antes que yo y de todos los que vendrán? ¿A más libertino el ambiente, más grande la Sociedad de Hermanos de Leche? A estas alturas, parece imposible escaparse.

Quizá muchos renieguen del rótulo de “hermanos de leche” y, de cualquier manera, desconocerán la “filiación láctea” con otra persona. Pero por muy bastard@ que vean a su “hermanit@” lo cierto es que los une el haber pasado por la vida de una persona en común. Y nadie se los recrimina, ni mucho menos, solo que lejos de renegar de ello, deberían asumirlo y vivir tan tranquilos como conscientes de ello.

Machismo puro
Pero se da el caso en que los hermanos de leche llegan a ser buenos amigos. Y establecen relaciones amicales muy estrechas. Podría pensarse que el grado de madurez en este tipo de personas es muy grande. Sin embargo, yo creo que muy en el fondo esta situación tiene sus orígenes en el machismo arraigado en la sociedad.

Es decir, en el ambiente homosexual se da el caso, cada vez con mayor frecuencia, en que los hermanos de leche sociabilizan, lo cual dista mucho de lo que sucedería entre heterosexuales, especialmente en el campo femenino.

Mi punto es el siguiente. No me imagino a una amiga heterosexual o a mi hermana, por ejemplo, departiendo en una reunión con su esposo y su ex enamorado o ex flirteo (por muy bien que hayan terminado). Estoy seguro que la cultura machista imposibilita a las mujeres heterosexuales forjar una bonita amistad con alguien de su pasado sentimental o sexual. Es cierto, puede haber excepciones, pero no es lo usual en nuestra sociedad limeña.

Yo no reniego de mis hermanos de leche. Tampoco los quiero recibir con los brazos abiertos, pero con aquellos en quienes encuentro condiciones para estrechar lazos de amistad, hago lo que considero más prudente: tomar aquello que tuvimos en común inicialmente y lo reemplazo por nuevos temas en común. Hasta ahora me he llevado muchas sorpresas agradables. Pero también me he topado con gente muy desagradable, de la que simplemente a veces no encuentro cómo es posible que hayamos compartido el interés por una misma persona. En fin… el ser humano es tan difícil de entender.

¿Has pensando en cuántos hermanos de leche tienes? ¿Te molesta tenerlos? ¿Mantienes contacto con ellos? ¿Por qué?

Rent – The Tango Maureen

Joanne y Mark son hermanos de leche en la película Rent. Tienen en común que ambos amaron a la volátil e indomable Maureen.

Objetivo Birmania – Los Amigos de mis Amigas son mis Amigos

Creo que todos los que tenemos 30, recordamos esta canción de nuestra infancia. Sí, es insoportable, pero bien que la bailamos. JA!

jueves, 5 de noviembre de 2009

Destellos (chicha) de Libertad

Mientras yo manejaba hacia la fiesta, estaba muy tenso. Haberme embarcado en una travesía que tenía como destino final un punto alejado del norte de la periferia capitalina, y que me hacía recorrer sitios desconocidos y bastante alejados, me ponía tan ansioso como nervioso.

Era el cumpleaños número cuarentaitantos de REX. La verdad, la invitación fue para otra persona, quien me la hizo extensiva a mí, y me pidió que lo acompañara. Luego de varias vueltas y más llamadas, dimos con la bendita dirección.

Era una casa en un barrio populoso. La fiesta se escuchaba desde la cuadra anterior. Al interior había muebles y sillas dispuestas como en un quinceañero o una actividad benéfica. “Qué bueno que hayan venido. Pasen, por favor. Siéntense”. El anfitrión nos recibía con una botella de cerveza en la mano.

Me deposité en un silloncito. Mi acompañante y REX empezaron a charlar. Se notaba que tenían mucho de qué hablar. Yo solo escuchaba que mencionaban nombres, situaciones y recuerdos, y no les entendía nada.

En realidad, me sentía como un extraño en esa reunión. Era necesario hacer un reconocimiento de terreno. A la derecha, una gordita y su novio morocho: amigos del cumpleañero. A la izquierda, La Caballona, La Flaca y El Barbero, tres estilistas que laboraban por la zona, departían con dos muchachos con pinta de pirañones. Al frente, la prima del anfitrión y una vecinita que, según las malas lenguas, era la “querida” del agasajado. ¡PLOP!

Empieza la juerga
Al rato, luego de varias botellas de cerveza, El Barbero se dirigió al equipo de sonido y cambió de música. De una salsa del recuerdo pasó a los inicios de la chicha peruana: Los Destellos. Entonces comenzó la fiesta de verdad.

La Caballona, El Barbero y La Flaca sacaron a bailar a los muchachos-malandrines. “A los bosques me interno yo… a llorar mi soledad… y los bosques me contestan, lo que has hecho, estás pagando… Como quieres que tan pronto… olvide el mal que me has hecho… si a cada instante me toco el pecho. La herida me duele más y más”. (Escuchar primer video posteado).

“Es la letra de una canción de Leo Dan, a ritmo de cumbia”, escuché. ¡REPLOP! No me considero alguien cerrado a cualquier “manifestación cultural” en lo absoluto y soy bastante tolerante, pero sí me sentí muy sorprendido al encontrarme partícipe de la que sería mi primera fiesta gay chicha.

Traté de darme ánimos pensando en que en el antro de San Borja (La Cueva) ponen huaynos y uno, en medio de tragos, termina haciendo el ridículo al zapatear un rato, en plan de joda. Pero esto era distinto. Acá, vivían la música y las letras y creo que se sentían parte de “esta cultura”.

Un mototaxi se estacionó en la puerta y salieron los dos malaspectosos. Se subieron raudos al vehículo y se marcharon, como si hubiera culminado su "horario". Los peinadores se quedaron bailando solos. El parlante seguía estridente con Los Destellos. Al rato, los cambiaron por Los Shapis.

El Barbero “lanza”
El Barbero se me acercó y me extendió la mano para bailar. Yo miraba a mi acompañante en busca de ayuda, pero él seguía entretenido con REX. Y la situación no estaba muy bonita como para hacerme el disforzado y rechazar invitaciones. Tuve que ser sociable y seguirle la cuerda.

El Barbero me miraba a los ojos. Y comenzaba a acercarse más de la cuenta. Sabía bailar chicha. Felizmente no se bailaba pegado. Cada uno en su sitio, agitando el cuerpo, los brazos y la cabeza. Pero el tipo cada vez se acercaba más. Y comenzaba a "meterme letra".

- El Barbero (EB): Eres muy lindo. ¿Cómo te llamas?
- Yo: Nano. He venido con un amigo de REX.
- EB: ¿Y tienes pareja?
- Yo: Sí, ya casi por un año.
- EB: Yo estoy buscando un chico lindo, uno moderno. Tú eres moderno, ¿no? Tienes cara.

En ese momento tenía ganas de cuadrar al tipejo insolente, que a la primera canción y sin tanto trago me preguntaba por cosas tan íntimas. Pero le seguí el juego. Estaba en terreno un desconocido.

- Yo: ¿Y para qué quieres saberlo? Yo tengo pareja.
- EB: Pero yo te puedo ofrecer mejores cosas. Tengo un negocio propio. Me va muy bien. Pienso abrir otro pronto. Necesito un compañero bueno.
- Yo: Me halagas, pero no. Estoy comprometido. Bailemos tranquilos.
- EB: ¿Pero no me vas a dar tu teléfono? Te puedo pasar música por E-mail.
- Yo: Te doy el teléfono luego. Y mi E-mail solo lo uso para temas de trabajo. Lo siento.

La retirada
El Barbero se ponía cada vez más pesado. Aproveché que terminó una canción y me desentendí. Luego de ese diálogo comprendí qué hacían los tres estilistas con los maleantes. Caricias y afecto a cambio de dinero y atenciones. Una relación simbiótica y cruda, pero aceptada en ese círculo. Me llamó la atención que este patrón sea el mismo que se presenta en los estratos sociales más altos.

Cogí del brazo a mi acompañante. Le reclamé por haberme dejado solo en buena parte de la fiesta y le conté lo sucedido con El Barbero. Nos reímos. Pensábamos escaparnos, pero nos retuvo el cumpleañero. Y comenzó otra tanda de baile. Ahora estábamos danzando a ritmo de música de ambiente noventera, desde “Quién te cantará… con esa guitarra” hasta el “Ritmo de la Chi Chi… Viciosa… Viciosa”.

Yo no dejaba de mover el cuerpo, pero me corría de El Barbero. Todos íbamos y veníamos. Hombre con hombre, mujer con mujer, hombre con mujer. De pronto, REX, que había tomado más de la cuenta, comenzó a bailar desaforadamente. La pista de baile era de él. Al rato se calmó.

Luego sacaron las botellas de cerveza a la puerta y siguieron brindando ahí. La música se escuchaba con eco en la sala vacía. En la entrada de la casa se había improvisado una cantina de ambiente, a vista y paciencia de los vecinos, que dudo que hayan estado durmiendo, pese a que eran las 3 AM.

El Barbero insistía en mi teléfono. REX se dio cuenta de la situación y le dijo que no me jodiera más.

Me senté en la salita a que se me pasara la borrachera. Comía arroz con pollo en plato descartable. Y veía que afuera todos bebían sin complejos. Y entonaban sus canciones. Y volvieron a poner Los Destellos. Y gozaban con la letra y el ritmo. Y se les veía contentos de ser gays en ese círculo, en esa sociedad. Se aceptaban y se querían así. Y no tenían reparo en decírselo a todo su vecindario. Quizá se sentían más libres que muchos de los que viven en zonas residenciales y deben hacer sus reuniones gays a escondidas, sin aspavientos ni escándalos.

Es cierto, no había vajilla fina, ni se cumplían las normas elementales del Manual de Carreño, pero sí se percibía ese espíritu de aprovechar al máximo la ocasión para festejar una fecha especial de un amigo gay. Y lo hacían con manifestaciones propias de su “cultura”.

¿Habrá círculos gay similares dentro de otra cultura o subcultura (o como quieran definir al "mundo chicha”)? ¿Habrá también grupos gays que festejen sus reuniones con música vernacular? De hecho que sí. Y quisiera conocerlos. Y quisiera introducirme en su cosmos y encontrar el gusto por esas manifestaciones y apreciarlas desde mi perspectiva de joven mestizo capitalino.

¿En la selva habrá también algún subgrupo de ambiente? ¿En la comunidad aymara? Y si no lo hay ¿es porque hay homofobia en estas culturas ancestrales? Tantas preguntas pasaban por mi cabeza.

Lo que quizá hubiera significado una reunión desagradable para un gay capitalino profesional promedio (un chico con un trabajo decente, que va al gimnasio, departe con amigos en reuniones y se divierte en discotecas los fines de semana), terminó siendo una experiencia enriquecedora sobre el mundo gay y amplió mi visión sobre el cosmos gay.

¿Tú has participado en alguna celebración gay folclórica o vernacular? ¿Te gustó la experiencia? ¿Qué fue lo que más te sorprendió? ¿Te animarías a participar?


LOS DESTELLOS - A LOS BOSQUES, ME INTERNO YO

El tema principal de aquella noche. Yo ni siquiera sabía que era un tema de Leo Dan.

ADA Y LA NUEVA PASIÓN – NO ME ARREPIENTO

Esta chicha-cumbia es quizá el único tema del género que me gusta. Es un cover de una cumbia argentina.

JOHN LENNON - IMAGINE

Un clásico sobre la tolerancia y la diversidad de todos los que habitamos en el mundo. =)