A este amigo le costaba creer la situación. Una pareja gay, que tiene la “bendición de los padres”, y que disfrutan haciendo cosas juntos, y que se han convertido en el mejor amigo el uno del otro, y que son, además, confidentes y cómplices.
- “Preséntame gente”, me dijo.
- “No puedo. La gente que conozco no está interesada en relaciones serias”, le comenté.
- “¿Pero tu chico no tiene amigos?, ¿dónde lo conociste?”, insistió.
- “Tampoco quieren pareja. A él lo conocí en la discoteca, en una noche de farra”, le respondí, suelto de huesos.
Mi amigo no lo creía. El chico perfecto que me estaba haciendo vivir la historia de amor más intensa y romántica a mis 30 años apareció en mi vida en la pista de baile de un antro. “En la disco solo puedes conseguir puntos. Ahí no existen parejas que llegues a tomar en serio”, tecleó mi amigo en el MSN.
La conversa acabó al ratito y me puse a pensar en el tema. Hice un recuento mental de mis chapes, levantes y demás aventurillas en la disco. Eran más de 100. Valgan verdades, desde que comencé mi primera relación seria (a los 25 años) se acabaron las épocas de puterío.
Es decir, hasta los 25 años tuve un comportamiento más que libertino. Hasta que sentí que me cansé de esos placeres y me sentí a gusto en relaciones formales y serias. Por eso que en los últimos cinco años he besado solo 3 bocas y he tirado con seis hombres.
Pero aquella madrugada del domingo 30 de marzo de 2008 en el antro más conocido de San Borja fue, simplemente, mágica. Lo puedo jurar. Yo había decidido que el tiempo de “duelo” por la ruptura con mi ex había llegado a su fin. Y como estaba en pleno proceso de bajar de peso, había salido vestido en plan de cacería.
La noche prometía. Harta gente, diversión, jarras de cerveza, amigos pasando un rato muy ameno. Yo no dejaba de bailar ni una sola canción. De pronto, me percaté que ya estaba ebrio. Y el luto seguía intacto. Mi buen amigacho chila me hizo recordar el objetivo de la noche: pasarla muy bien con un chico lindo.
Pero mi radar no se encendía. Nadie me gustaba. Valgan verdades, había perdido la maña de acercarme a los cueritos. Estaba medio oxidado para ligar. No podía ser el “lanza” de antaño. Chila insistió una vez más. Solo recuerdo que le dije: “si no consigo punto hoy, me dejo de llamar Nano”. Y me fui con mi pasito tiquitiquín a la pista de baile.
De pronto, unos ojitos marrones llamaron mi atención. Por fin, ahí estaba el muchacho más lindo de la disco, para mí. Colorado, pelo lacio, corto y castaño (bueno, él dice que es rubio, ja!) y una carita de angelito caído del cielo. Lo miré. Me respondió. Me acerqué.
- ¿Bailas?, le dije tratando de recordar viejos tiempos.
- “Yo no bailo”, me dijo.
¡Plop! Pero el chote no vino solo. Sus dos buenos amigos –que dizque estaban protegiéndolo- me atajaron. “!Qué haces con mi pareja!”, exclamó uno. El otro sólo se reía con el trago en la mano. Me asusté. Di media vuelta y me fui donde mi grupo de amigachos. Tenía que ponerme a buen recaudo. No quería que una loca celosa me haga problemas.
Al rato, el mismo muchacho me fue a buscar. Yo no quería ganarme líos. Así que me mostré incrédulo. Al acercarse me aclaró que sus amigos me jugaron una broma. “Me llamo Axel y ¿tú?”. Trató de romper el hielo. Me gustaba mucho, así que me dejé llevar. Pero quería dejar las cosas claras.
- “¿Qué buscas en la disco? Yo estoy en busca de un punto”, afirmé.
- “Yo busco una pareja. ¿Y ahora qué hacemos?”, me dijo.
- “Entonces estamos en problemas… Bueno, a ver qué pasa”, le contesté y lo acompañé con sus amigos.
La pasamos bien. Yo me emborraché aún más, pero estaba conciente de todo lo que hice y dije. Recuerdo que no podía besarlo porque se había quemado los labios una semana antes en la playa. Me frustraba no poder comerle la boca.
La noche terminó. Salimos de la disco con plena luz del día y terminamos por ahí. Yo estaba tan ebrio que no podía hacer mucho, más que juguetear por doquier y dormir. Me quedé jatazo y tenía que coordinar un asunto de mi chamba al mediodía. ¡Y ya eran las 2! Salí disparado de la cama, con la resaca más fuerte de mi vida.
Antes de irme, y despedirme del quizá primer y único encuentro, Axel me miró y me dijo, ¿regresas? Creía que bromeaba. Pero al ver que no, le dije que volvía la rato. Tres horas más tarde continuamos durmiendo juntitos. Esa fue la primera demostración de confianza que tuvimos.
La magia entre nosotros se encendió desde el momento en que estando cara a cara él levantó las cejas mirándome fijamente y yo sentía el impulso incontenible de estamparle un beso. Esa magia se ha mantenido en todo este tiempo y es su arma infalible para calmarme cuando estoy molesto.
A los días comenzamos a salir y de ser un punto de disco teca paso a ser pareja formal. Me enamoré como un adolescente, por primera vez. Es decir, pensaba en las musarañas, hacía dibujitos en los papeles, pensaba mucho en lo que estaría haciendo y si estaría sonriendo, porque yo sentía que mi misión al inicio era hacerlo sonreír, porque... Dios... es hermoso cuando sonríe. Y lo gritaba a los cuatro vientos, en mis conversaciones, en el MSN. Aún recuerdo las preguntas de varios curiosos cuando puse en mi MSN la foto del conejito de porcelana que Axel me trajo de Huaraz y cuando mi nick era “Nano conociendo conejolandia” ¿Cursi? No para mí. ¿Huachafo? No me importaba, ni me importa. Me sentí feliz haciéndolo. Él se convirtió en mi conejo y yo en su osito.
Y todo comenzó en una noche de disco, sí, el antro donde antes sólo había conseguido placer al paso, y donde la mayoría de nosotros va a divertirse y a conocer chicos para pasar un buen rato. Es cierto que tuvimos suerte de coincidir ese día, pero desde entonces mi visión de las discotecas ha cambiado. Por lo pronto ya no está excluida de ser un sitio en donde puedes encontrar amor del bueno.
¿Qué opinas de la relaciones que se inician en una disco? ¿Crees que pueden tener futuro? ¿Te has enamorado en la disco? ¿Cuál ha sido el sitio menos común donde has conocido a alguna pareja?
Esta canción de Rihanna sirvió de fondo a mi noche de farra, aquella vez que conocí a mi amorcito.
RBD - Empezar Desde Cero
Nunca me gustó RBD, pero este tema de RBD, que se convirtió en nuestra canción, grafica claramente que me enamoré como adolescente. =P
Pussycat Dolls - Stickwitu (Dave Aude Club Mix)
Una balada remixeada para discoteca, que forma parte del repertorio de mi historia de amor.