viernes, 19 de junio de 2009

Ampay, ¡a la fuck!


Era una típica noche de disco, diversión y más que fijo, ligue y sexo. Yo bordeaba los 22 años. Había quedado en encontrarme con algunos amigos en el Vale Todo (entonces, esa disco todavía era divertida para mí). Yo fui con alguien con quien salía por segunda vez. Bailamos unas cuantas canciones, aun la disco estaba monse.

De pronto mis ojos se clavaron en la puerta que conectaba la pista de baile con la salita de estar. Quedé en shock. Ahí estaba parado un pata que trabajaba que en el mismo diario que yo. Yo sabía que él no era gay, y que además, siempre se juergueaba en mancha con la gente de la oficina. Y, ¡oh my God!, ésta no era la excepción. Tres periodistas bien puestos estaban bailando con chicas a las que les gustaba frecuentar discotecas de ambiente. ¡Chanfle!

Pensamientos en segundos. Tramé al instante una coartada. De pronto mi “cita” y su amigo se convirtieron en los amigos con quienes esperaba a un grupo de flacas, que nos había dejado plantados. Bueno, ni yo me la creía… pero igual insistí con ese cuentazo. Despaché a mi cita. Le dije que lo llamaba luego (nunca más lo llamé) y traté de buscar una manera de salir bien parado de esa situación sin que me sintiera descubierto o “ampayado”.

- Nano, ¿qué haces por acá? ¡Ya lo sabía!, dijo M., el más “machito” de todos.
- ¿Que sabías qué? He venido con unos amigos, en mancha. He venido igual que ustedes, le contesté.
Los otros dos tipos solo esbozaban sonrisas cómplices.
- Bueno, ¿por qué no aceptas que vienes a esta disco, porque eres gay?, insistió M, mientras me palmeaba la espalda.
Yo sólo atiné a reír. Sin negar ni afirmar nada. Aún no había asimilado el hecho de ser gay en Lima.
- Mira, no tengo que aceptar nada ante nadie. A mí me gusta bailar y a mí me gusta la música que pasan en esta discoteca, refuté.

Reflexioné mientras tomaba un trago con ellos. “No me han visto bailando con ningún pata. No me han visto besando a nadie. En realidad, estoy en la misma situación que ellos, solo que no vine con chicas. En teoría, soy “inocente”. No me pueden decir que soy gay, solo por venir a bailar a esta disco. Es más, ni siquiera me han visto saludar con beso a algún amigo”.

Sonreí. De pronto, en un arranque de defensa -o de supervivencia- de mi casi inexistente heterosexualidad (lo necesario para que no me señalen como gay en la chamba), saqué a bailar a una de las chicas. Y así estuvimos unas cuantas piezas. Hasta que me di cuenta que las chicas habían ido con la intención de sangrar a sus acompañantes. Juro que sentí asco. En ese momento, me excusé y opté por zafarme, pese a que los patas me decían para hacer una “chancha” y terminar todos “por ahí”. Hice lo más sensato: irme a mi casa, refunfuñando porque me habían malogrado mi sacrosanta noche de juerga.

Al salir de la disco, caminé un rato por Miraflores. Pensaba en por qué sentía terror de que me descubrieran en una discoteca gay. Cuestionaba por qué en estas discos ya no me podía sentir libre, ni hacer las cosas sin que nadie ajeno a la comunidad G se enterara. Sentía (y aún siento) que es injusto que te obliguen a deschavarte ante otros simplemente porque te pillan en un antro.

También me felicité por haber manejado la situación mejor que en otras oportunidades. Es decir, la primera vez que me sucedió algo parecido, abandoné una discoteca casi reptando. No quería que me descubriera el hermano de una tía política, con quien luego ya nos hemos encontrado y sostenido interesantes conversaciones. En otra oportunidad le negué en su propia cara a un chico que yo era Nano. ¡Plop! A veces puedo ser muy cínico.

Cuando aún estás en proceso de asimilar todos los bemoles que trae consigo el hecho de ser gay, cuesta mucho enfrentar una situación de este tipo. A nadie le gusta que lo descubran cuando siente que lo que hace “no es lo correcto” ni “lo socialmente aceptado”.

A estas alturas del partido, la cosa es muy distinta. He aprendido muchas cosas en el camino. Para comenzar, prefiero no ir a sitios donde sé que irá gente que no es de la comunidad. Sorry, pero ahí sí soy excluyente. Las discotecas “friendly” en el fondo son truculentas, porque al final te sientes encorsetado para no comportarte como quisieras para que no te quemes más de la cuenta. Hasta ahora, soy algo escéptico de la bondad de todos los heteros “open mind”.

Si voy a un antro abiertamente gay y encuentro a alguien que conozco, no lo evado. Si estoy seguro que la situación es inofensiva, yo mismo le doy el encuentro y nos ponemos a conversar. Pero si creo que puede ser una persona que traiga problemas de cualquier índole, simplemente pongo una barrera entre él y yo; es decir, no salgo de la discoteca por la puerta trasera, pero tampoco me muestro disponible para tener una conversación amical. Lo cortés no quita lo valiente. Así que el saludo es de rigor, pero ahí nomás. Mejor cada uno en su espacio.

Tengo amigos que han tenido malas experiencias en sus trabajos por coincidir con gente que tenía la boca muy grande. También sé de casos de un profesor que se encontraba con muchachos a los que les había enseñado en una academia, lo cual le generaba un problema moral de proporciones mayúsculas, que terminaba por arruinarle la noche. Y de paso me la arruinaba a mí también, porque tenía que solidarizarme con él y nos escapábamos de la disco. Felizmente, estas situaciones ya no me complican la vida.

¿Cuál ha sido el peor “ampay” que te han hecho en algún antro? ¿Todavía te haces paltas al encontrar a un conocido en una disco de ambiente? ¿Has tenido malas experiencias de este tipo?
Stereo Sexual - Mecano

Buena rola de Mecano. Claro la situación es distinta, pero también describe lo que podemos sentir cuando otros descubren que somos gays.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

No he tenido experiencias asi ya que no suelo frecuentar discotecas de ambiente; pero en frio diria que si ya me encontraron alli, pues .. que chu .. jajajaja, aunque otra cosa es vivirlo.

Anónimo dijo...

Que rico es ser Gay!

Martín Vargas dijo...

M siempre supo que eras gay. M tiene olfato de san bernardo, pericia de Gamboa en sus buenos tiempos y el don de ver más allá de lo evidente. Nano, mi mejor pata es gay y una de mis mejores amigas les. Lima ha cambiado mucho desde aquel "ampay" en el Vale. Bien la redacción, aunque debo resltar que tiene su cuota de impronta creativa.
Santé!!!

Anónimo dijo...

M. gracias por comentar. Es cierto, Lima ha cambiado mucho desde aquel "ampay". Pero creo que el hecho de tener a tu mejor amigo gay y a tu mejor amiga les, te ha hecho cambiar más a ti. =)
Un abrazo
Nano

Pati Difusa dijo...

a mí me daba palta que me vieran el primer año que salí a discos. una vez me vio una chica hetero de la facultad a quien solo conocía de vista. me dio una palta horrible cuando sucedió, pero luego comprendí que no me iba a pasar nada porque la chica no era de mi entorno y seguro que ni sabía cómo me llamaba (y yo tampoco, y tampoco me acuerdo de su cara).

ahora no me haría paltas si un stright me ve en el vale, aunque sea alguien de la chamba. yo quiero que en la chamba todos sepan que soy lesbiana para tener las cuentas claras y que no me vengan con idioteces. estoy esperando el momento de decirlo, si es que no se han enterado ya (lima es chiquita), pero no lo anunciaré con fanfarria, sino que aprovecharé esos momentos en los que te preguntan por tu vida sentimental o cosas así.

Anónimo dijo...

Mi buen amigo Nano... comparto contigo cada experiencia. Saludo esta interesante iniciativa... cada historia narrada me transporta en el tiempo y me lleva a recordar pasajes de mi propia vida. Algunas de ellas hoy me suenan divertidas (como aquella de fugar de algun lugar público cuando te hayas sentido ampayado) sin embargo en su momento fueron experiencias casi traumáticas jejeje.
Te sugiero un nuevo tema para una próxima publicación: los gastos (invitaciones a comer, al cine, regalos, hotel, etc) o la fuerte inversión que a veces nos toca realizar para impresionar a la media naranja y oooh sorpresa!!! al final resultó ser una falsa alarma...

Ivonne dijo...

Supongo que es incómodo al inicio.

Pregunta.. y esa persona qué hacía ahí?