sábado, 8 de agosto de 2009

Mi "feliz" desencanto de la iglesia

El alba tenía que estar muy limpia, pulcrísima. A mis diez años, me sentía inmensamente feliz, pues luego de varios ensayos por fin había conseguido aprender todos los pasos para participar en el ritual sin equivocarme. Estaba a un paso de ser un acólito ejemplar.

Sabía todo a la perfección: rezar las oraciones en el momento preciso, apoyar en todo lo necesario en la Consagración, tocar la campana en el instante en que está por consumarse la conversión del pan en cuerpo de Cristo y del vino en la sangre de Jesús.

Era uno de los momentos más alegres de mi niñez. Me sentía útil y servicial para Dios y la comunidad de feligreses.

Es cierto, tenía un papel secundario, pero yo me sentía tan importante, como el propio sacerdote. Sentía que gracias a mí –claro, y al cura-, la misa se hacía realidad.

Mi vida como acólito duró hasta que cumplí 13 años. En mi parroquia cambiaron al cura, y yo sentía que ya no era lo mismo, además que había comenzado a sentirme pecador y no quería vivir sintiéndome en pecado mortal. Antes de malograr esos recuerdos de mi niñez, preferí apartarme.

En ese entonces empecé a tomar conciencia de lo que significaba que me atrajeran poderosamente los chicos y la sola idea me causaba un profundo sufrimiento. ¡Iba a ir directito al infierno!

Luego de mis primeras incursiones afectivas adolescentes sentía una repulsa tan fuerte, que caía en depresiones descomunales.

A los quince años no aguanté más. El cargo de conciencia era muy pesado. Un día fui decidido al colegio y me armé de valor. Busqué al cura y le confesé todo. Él no me censuró ni me dio una penitencia con látigos incluidos. Las palabras del religioso joven, y a quien yo veía como un amigo, fueron extremadamente tranquilizadoras. Salí de la confesión y me propuse “enmendar mi camino”.

Desde entonces oculté mis deseos y los reprimí hasta que conocí a Little A, es decir, entrando a los 20 años.

El curita
En el colegio uno de mis grandes amigos era Pandita. Yo lo admiraba, pues trabajaba por las mañanas como enfermero y en la tarde estudiaba secundaria.

De respuestas amables y siempre listo para ayudar al prójimo, Pandita se convirtió en el prospecto más claro para ser sacerdote en mi promoción. Era el curita de la clase. No sólo tenía todas las condiciones, sino que él anhelaba serlo.

Pandita me enseñó que Cristo no era “alguien a quien temer”, sino un amigo en quien puedes confiar y que tiene un amor tan grande por nosotros que también perdona todas nuestros errores (él no hablaba de pecados).

Tenía mis esperanzas puestas en el curita. Hasta le bromeaba diciéndole que él me casaría (sí, claro, yo estaba en mi burbuja de negación) y que bautizaría a mis hijos (Recontra plop).

Sueños rotos
Al terminar el colegio le perdí el rastro a todos mis compañeros. Ingresé a la Universidad y poco a poco empecé a explorar mi sexualidad y fui asimilando mi naturaleza gay. Pero siempre tuve una lucha constante con los fundamentos eclesiales. Me sentía atado a mi etapa de acólito y todo lo que significó para mí.

Del curita solo sabía que había ingresado al seminario más conocido de Lima. Pero no lo volví a ver hasta una tarde de verano de 2001, cuando yo estaba casi a punto de asumirme homosexual completamente.

Me disponía a entrar a una cabina de Internet por San Miguel y me crucé cara a cara con un chico de facciones finas, pecoso, con el pelo pintado y con unos rallitos que destacaban en su cabellera lacia. Lentes de contacto color verde. Una boca con brillo labial. Una mirada pícara, como si incitara al juego seductor entre dos muchachos.

- Yo te conozco de algún sitio, le dije, como buscándole el habla.
- Claro que sí. Tú eres Nano y hemos estudiado juntos. ¿cómo has estado? ¿Te acuerdas de mí?

Al escuchar su voz, lo reconocí. Entré en shock. Lo abracé con mucha fuerza y él también se emocionó mucho.

Salimos del local, fuimos a su casa. Yo tenía miles de preguntas en la cabeza. Una a una fue respondiéndolas. El seminario fue un martirio. Le hicieron la vida imposible. Varios superiores querían tener sexo con él. Y él no atracaba. Mantenía su fe inquebrantable. Como no accedía a las bajas pasiones de los religiosos, terminaron por expulsarlo.

Me dijo que se fue con la frente en alto. Y con la ayuda de algunos conocidos en el mundo clerical, recaló por otro seminario en provincia. La historia se repitió. Un día le malograban la comida. Otro día lo acusaban sin razón. La consigna era aburrirlo, hasta que lo consiguieron. El pedido de favores sexuales también estuvo muy presente. Pero él tampoco accedió. A los meses optó por retirarse.

- Pero no entiendo. Si no accediste a los favores sexuales, fue ¿porque no querías o porque no debías? ¿Te gustaban los hombres o no?, le pregunté, un tanto incrédulo.
- Yo quería ser sacerdote. Sentía esa vocación. Y ello implicaba renunciar a los placeres carnales. Pero no me dejaron.
- ¿Entonces, saliste del seminario y te volviste gay?
- Me expulsaron del seminario por no ser gay con ellos. Ahora soy gay porque quiero y no porque me obligan., concluyó.

Pandita y yo nos despedimos. Y no nos hemos vuelto a ver.

Ese encuentro me marcó. Fue la primera vez que sentí que un recuerdo de mi niñez católica, y que atesoraba, era una mentira. Un recuerdo falaz. Había sido engañado todo ese tiempo.

El respeto a ese recuerdo quedó casi pulverizado cuando me enteré que un amigacho fue amigo-cariñoso por varios años con uno de los curas de la parroquia de la que yo fui acólito. Además, cuando otro amigacho me contó que había conocido a un curita en un cine porno, y que había vivido un tórrido romance con él por varios meses, pues los principios de la Iglesia Católica habían quedado por la pata de los caballos.

¿Qué autoridad tenían todos esos curas, sacerdotes y religiosos fundamentalistas que me hicieron sentir tan culpable por ser gay? Malditos ellos y su falsa moral. Enterarme de esas cosas, me hizo voltear la página de la fuerte represión católica y evangélica que me impusieron desde la niñez. Y desde entonces vivo sin cargo de conciencia. Más bien siento que la iglesia tiene una deuda conmigo.

Pero tampoco eso me volvió agnóstico ni ateo. Yo sí creo en Dios. Y creo en Jesús. Me parece un modelo digno a imitar. Pero al ejemplo que dejó él, no las interpretaciones ni obligaciones establecidas por otros humanos, como me dijo hace poco mi gran amigo Little A.

¿Eres gay y crees en Dios? ¿Eres católico practicante? ¿Tienes rollos pendientes con la iglesia o tus creencias religiosas? ¿Qué fue determinante para que cortaras con los lazos de la iglesia que te reprimían?

REM – Losing my religion

Un clásico musical que viene bien con esta entrada.

Pet Shop Boys - It’s a sin

“Todo lo que he hecho, es un pecado”, ironizan mis queridos Pet.

The Priest – Dirigida por Antonia Bird – Película gay
Esta película se estrenó en Lima bajó el título de Actos Privados y narra la vida de un cura que incursiona en la movida G. En este link pueden ver toda la película. =)

13 comentarios:

Kilder dijo...

Yo tengo las mismas creencias que tu.. creo en Dios,en Jesús.. pero no en las religiones.. No he tenido "experiencias religiosas", pero no puedo creer en una religión que me condena por lo que siento y como soy.
Buen post ;)

Pao dijo...

La historia de Pandita es alusinante, su revancha final fue ser gay por elección y no por obligación... La iglesia católica como toda organización tiene sus historias de abuso y acoso sexual. Ahora se dice que el mismo Padre Alberto, harto de los chantajes por mantener una relación gay, decidió armar el pantallón con la fotógrafa para de una vez por todas quitarse de la iglesia... Ojalá que estos nuevos aires hagan que la Iglesia Católica (y demás religiones) sean más inclusivos con todos y todas (sin condición sexual) en el "proyecto de Dios".

Nano dijo...

Pao:
Pues justo conversaba con un amigo sobre si él aceptaría ser parte de la igleisa si ésta fuera más tolerante e inclusiva. Y su respuesta fue bastante acertada, al menos para mí: Que no creía en una Iglesia creada por el hombre, y menos que le estableciera sanciones o castigos. Osea, si algún día la Iglesia es permisiva con la comunidad G, creo que no la hace mejor ni peor que ahora. Creo que su ñunico mérito sería no condenar a quienes tienen esa orientación sexual, pero creo que yo no me sentiría parte de ella.
Un beso y gracias por comentar.

Anónimo dijo...

Yo no estoy peleado con Dios, ni soy ateo ni mucho menos un ferviente creyente. Digamos que es tema que está en stand by en mi vida.

Con quienes no concuerdo es con religiosos y representantes de las diferentes iglesias, sectas y/o grupos similares, ¿por qué? para no ser repetitivo, me baso en esta simple frase: practica lo que predicas.

Tan simple como eso.

JC

Saludos!

Cristiano dijo...

Es una lástima que desacredites a la toda la iglesia y la fe cristiana por el comportamiento de algunos religiosos, que al fin y al cabo, son humanos como todos.
Dios dijo: "No mires vuestros pecados, sino la fe de tu Iglesia".
Respeto tu opción, por si acaso.
Qué Dios te bendiga.

Mau dijo...

Hola Nano,
gracias x tus comments :)
No tngo tiempo para leerte ahora porque me tngo q despertar en 5 horas :S pero déjame decirte, por el título de tu post q debo imainar de que se trata, la frase qie siempre digo: "YO ME PUEDO VOVLER HASTA HETEROSEXUAL...PERO CATÓLICO NUNCA!!!"
Mau :)

Pedro dijo...

No tengo ninguna duda de la existencia de Dios. Estudié en un colegio católico bastante estricto, allí aprendí muchos valores cristianos que me ayudaron en mi vida futura. Sin embargo con el pasar de los años me cuestione mucho la veracidad de la Iglesia Católica. Cuando estuve en la universidad conocí a un amigo evángelico y me hablo de la palabra de Dios, me animó mucho y fui a su templo. Yo tenía aproximadamente 21 años y mi homosexualidad estaba muy reprimida. Pero me armé de valor y le confesé ser homosexual. Él me preguntó si estaba seguro de lo que decía y yo le respondí que sí. Me dijo que eso era obra del demonio y me dió a entender que estaba poseído y debía orar mucho para cambiar. Me decepcioné una vez más. No debería ser pecado algo que soy y que no pedí serlo. Pero eso no ha significado dejar de lado las enseñanzas de Jesús, para él todos somos hijos de Dios.

El Observador dijo...

Después de leer esta entrada entiendo el comentario en mi blog, yo también fuí acólito y me fué dificil quitarme de la cabeza todo el rollo católico apostólico y romano.
Felizmente he evolucionado y ahora soy un feliz agnóstico y no tengo el típico sentimiento de culpa que nos meten los curas y las monjas.
En paises mas evolucionados se rien de nuestro "catolicismo" que nos han traido atraso y pobreza.
Amén (jejeje)
El Observador

Anónimo dijo...

La religión en general, o al menos las que conocemos en el Perú, nunca hizo suficiente como para llamar a esta salamandra al rebaño.

Es que necesito apasionarme para engancharme con algo. La iglesia nunca me decepcionó, porque lo único que me despertó real curiosidad de ella era el sabor de las hostias; desde pequeño, me di cuenta de su importancia idiotizante para la sociedad: Presente en su manía de imponer certezas dogmáticas y nunca alentar dudas razonables, en su adoración por los mitos y los fantasmas, en la represión del superhombre con frases bien goncas como lo de la otra mejilla o el que no perdonó a su hermano.

Eso sí, mi ferreo ateísmo y anticlericalismo no implica la negación total de algunas cosas. No he dejado de leer la Biblia, me ha interesado el Corán, así como las ciencias ocultas y ritos ancestrales, incluso algunos calificados como "supersticiones". Ese es otro punto en contra de la religión: Su egocentrismo, al pretender imponerse sobre aquellas, que tienen un mejor sustento, si uno lo piensa bien.

Contradicción especial de la Iglesia Católica: ¿Dónde quedó eso de no adorar imágenes? Es lo chévere de la Biblia: Es súper determinante, te convierte en un buen creyente o en un buen ateo.

Teresa dijo...

Que sincero tu articulo. Te felicito por ser fiel a ti mismo y que bueno que te hayas dado cuenta que la iglesia es una de las peores cosas en el mundo. Controla tantos ambitos, como la educacion, el gobierno y solo se sirve al poder y a la maldad. Es verdad que hay curas y monjas sinceros pero no es necesario seguir una iglesia para ser espiritual. Por el contrario, las personas mas espirituales no tienen religion porque el miedo es la base de la religion. En fin, me alegro que tus amigos esten bien y que no hayan cedido a esos pervertidos curas.

Anónimo dijo...

Déjame decirte que el error es creer en la Iglesia Católica o la Iglesia Evangélica si quieres. Hay gente que allí dentro dicen una cosa y en su vida hacen otra. Amo a Jesús porque cambió mi vida. En mi adolescencia salía con chicas, pero tímidamente me gustaba algún chico. Con el paso de los años cada vez fue a mayor, y yo no quería ser así. Luego de pasar una profunda depresión, conocí a un pastor, que se convirtió en mi amigo, y comenzó a aconsejarme. Comencé a buscar a Dios profundamente y poco a poco Dios me fue cambiando. Hoy estoy casado y tengo un hijo y soy muy feliz junto a mi esposa. Busco a Dios en oración, leo la Biblia. Desde hace años no se me pasa por la cabeza un pensamiento de homosexualidad ni me atrae un hombre. Si lo buscas, Dios está ahí para ayudarte.

A.

Anónimo dijo...

El realidad el gran error que se comete con Dios es que tratamos de interpretarlo a nuestro modo. Y Dios es uno solo nos guste o no, tiene una personalidad propia pero sobretodo nos dejo mandamientos y principios que nos sirven como proteccion mas que como causales de castigo.
Y si creemos en Dios y en Jesus como modelo a imitar, pues hay q preocuparse por leer el unico libro donde se describe el comportamiento y las recomendaciones de Dios para el Hombre : La Biblia.
Esto no es cuestion de fundamentalismos ni de homofobia, simplemente son planes que Dios diseño para cada uno de nosotros. Por ejemplo para Dios robar sera malo siempre, aun asi el ladron tenga miles de justificaciones para hacerlo como el alimentar a su familia.
Si crees en Dios pues no dudes que el te creo y tal q te creo lo hizo con un proposito especifico.
Dios ama al homosexual (porqe es hijo suyo) pero lo que repudia es el acto homosexual (pues esta totalmente alejado del proposito primigenio que nos dio a los hombres).
Dios esta mas cerca de lo que crees, conoce perfectamente tus pensamientos pero no puede tomar las decisiones por ti. Buscalo, hablale... Medita en ese pasaje : Jeremias 33:3

Foncho

Nano dijo...

Hey Foncho:
Gracias por tus palabras y tus consejos. Pero yo siento que estoy con Dios. Y no quiero pedirle que me cambie porque estoy bien así.
Me da pena leer que digas que Dios quiere al homosexual, pero repudia el acto homosexual. Es como decir, que Dios te quiere a ti y a todos los homófóbicos, pero no a los actos homofóbicos, como escribir comentarios que atentan contra la comunidad gay del mundo. Lo siento, pero lo que digas sobre la Iglesia y la homosexualidad me tiene sin importancia. La Iglesia NO TIENE MORAL.
Adiós.