martes, 14 de julio de 2009

La sevicia sí existía en la Lima gay

“¿Alguien sabe el significado de la palabra sevicia?”, preguntó el profesor del curso de taller de redacción que yo seguía en el segundo semestre de 1999. Lanzó una mirada inquisidora a toda la clase. Solía preguntarnos por palabras rebuscadas para dizque incrementar nuestro vocabulario. Una veintena de universitarios puso cara de asombro. Silencio en el salón. Todo el mundo, incluido yo, dirigía la vista hacia cualquier lado, menos a los ojos del viejito.

Mis manos volaron hacia el mataburro y di con la palabreja: “crueldad excesiva. Trato cruel”. Sustantivo femenino. “¿Y cómo hago una oración con esa palabra?”, pensé. No tenía idea. Opté por callar la respuesta.

El tío se acomodó los lentes y, en vista a que nadie se animó a hablar, dijo la respuesta. Repitió lo que yo había descubierto en el diccionario. Y agregó: “los casos de sevicia se presentan con frecuencia en los crímenes entre homosexuales”.

Yo me quedé absorto por el comentario del profesor. No sólo pensé que era un vejete homofóbico, sino un imbécil por decir que en la comunidad gay, en la que yo comenzaba a desenvolverme, podía estar catalogada como un “grupo de riesgo” donde se presentan casos de “sevicia” o “crueldad excesiva”.

En ese entonces yo tenía 21 años y pensaba que en la comunidad G todo era paz y amor. Incluso, bromeaba con el hecho de que la mayoría de gays fueran asiduos al gimnasio, y que quizá se cumplía la frase de Elle Woods, el personaje que interpretó Reese Witherspoon en la película Legalmente Rubia: “la gente que hace ejercicio es feliz, y la gente feliz no mata gente”. En consecuencia, no cabía la posibilidad de sevicia en el ambiente gay. ¡PLOP!

Diez años después, y luego de haberme ensuciado lo suficiente en el ambiente, debo admitir que ese profesor siempre estuvo en lo cierto, y que el ambiente limeño, además de ser sórdido, peligroso, tristemente solitario e hipócritamente “feliz”, es violento y despiadado.

Celos asesinos

Hace tres semanas, Alicia Delgado, conocida cantante popular a la que llamaban “La princesa del folclore” fue apuñalada brutalmente en reiteradas oportunidades para luego ser fulminada con una correa, que usó su asesino para ahorcarla, enlutando a los seguidores de la música vernacular peruana.

El caso sigue en investigación, pero todo indica que se trata de un crimen por encargo. El asesino confeso, Pedro Mamanchura, ha manifestado que recibió el pedido de Abencia Meza, la famosa “Reina de las Parranditas”, quien siempre se mostró ante los medios de comunicación y la sociedad en general como la mandona y dominante pareja sentimental de Alicia Delgado.

El móvil: los celos desmesurados de Abencia contra Alicia, quien ya había tomado la determinación de separarse definitivamente de ella.

Abencia niega todos los cargos, pero pesa sobre ella una denuncia penal por autoría intelectual. Actualmente está recluida en el penal de mujeres de Chorrillos. Y, de comprobarse su culpabilidad, podría purgar una condena de hasta 35 años. ¿Acaso Abencia la amaba tanto que la mató? ¿O es que no la amó lo suficiente para dejarla libre?

Esa maldita soledad
A los pocos días, otro caso de sevicia en la comunidad G conmovió al país. El viernes 10 de julio, Marco Antonio Gallego, uno de los personajes gays más visibles de la farándula limeña, estilista renombrado y próspero empresario, fue encontrado muerto en su casa en San Isidro. Tenía las manos y los pies atados, una bolsa en la cabeza y la boca amordazada con un polo. Sus victimarios lo ahorcaron con un cable de computadora.

El asesino, un amante ocasional, confesó su delito. Jorge Luis Glenni, de 21 años, perpetró el hecho con dos compinches. El móvil: robo. Sustrajeron quince mil soles, cinco relojes, dos celulares y una laptop.

Marco Antonio pensaba que sería una noche más, en que saciaría efímeramente su necesidad de afecto. Caricias rentadas de un mancebo, su punto eventual. Pero no hubo diversión, ni farra, ni placer, sino violencia, tortura y muerte.

Afortunados y resignados
Al llegar a casa, mi mamá me dio el encuentro y me comentó lo apenada que se sentía por la muerte de Marco Antonio, especialmente porque lo mató gente que lo frecuentaba. “Quizá fue uno de esos chicos que buscan a alguien para sacarle plata”, me dijo.

Mi familia sabe que soy gay y lo acepta. También conoce a mi novio y lo han convertido en un miembro más de la casa. Antes de irse a la cama, mi mamá me confesó que se sentía tranquila porque yo había encontrado un buen compañero. Le di un beso a mi vieja y me fui a dormir. Sentí que para ella tener una relación sólida de pareja me hacía inmune a la soledad y a los disparates que uno hace cuando se siente vacío.

En mi cuarto, pensé en lo afortunado que era de haber pasado tantas aventuras y estar sano y salvo, pues nunca me cruce con gente mala, que me atacaran físicamente. Es decir, he tenido experiencias libertinas por doquier, muchas de ellas motivadas por una soledad disfrazada de promiscuidad, pero nunca he pasado por un episodio desagradable de violencia.

He estado expuesto a situaciones de riesgo, es cierto. Al igual que mucha gente que conozco. Recuerdo claramente el caso de un amigacho, que, por cachondo, terminó inconsciente y en pelotas en un hotel, sin billetera, ni pertenencias, y con una angustia en el alma de sentirse tan cercano a la muerte.

Al igual que la gran mayoría de gays, entiendo las motivaciones que empujaron a Marco Antonio a refugiarse en caricias hipócritas o besos dispensados por una máquina que necesitaba monedas. A veces la soledad te llena tanto que sientes un gran vacío en todo tu ser, y te hace magnificar cosas insignificantes, como una cara bonita, una sonrisa pícara o una frase tierna para que sueltes billetes e invites el trago. En el caso de Marco Antonio, la soledad lo hizo involucrarse con gente lumpen, que bajo la figura de acompañante terminó siendo su verdugo.

El ambiente gay es un mundo tan solitario. Amigos y conocidos abundan, pero la soledad se las ingenia para dirigir tus actos, y termina por convertirse en tu consejera, la peor de todas.

El Movimiento Homosexual de Lima (MHOL) ha reportado que entre mayo y junio se han producido seis crímenes contra gays.

Así como en 1999, aún me sigue molestando que se diga que los casos de sevicia se suelen presentar en las parejas gays. Pero con los dos casos muy sonados registrados en las últimas semanas, no hago más que imaginar que en el móvil del próximo caso de sevicia. ¿Otra vez celos asesinos? ¿Muerte por robo? ¿Venganza o ajuste de cuentas? ¿Homofobia? A cuidarse, que nadie está libre.

¿Tú crees que la comunidad G también es proclive a los casos de sevicia? ¿Cómo afectan estos crímenes afectan a la comunidad G? ¿Qué es lo peor a lo que te ha empujado a hacer la soledad?


Living on my own - Freddy Mercury


Freddy Mercury hace una apología a la soledad en esta canción. Es un himno en la comunidad G.



A mi manera - Gipsy Kings


La vida es para vivirla intensamente. Y cada uno la vive a su manera.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

hay amichi, creo que los seres humanos somos tan complejos que no me gustaría etiquetar estos casos como crimenes gay propiamente... cualquier relacion (straight o gay), en donde haya obsesión y celos de por medio, acabará en tragedia... lo mismo con los encuentros de media noche, vemos tantos hombres pepeados por sus breves acompañantes... en fin, felicitaciones por el blog, te leo siempre solo que recien tengo tiempo de publicar un comment.

Kilder dijo...

Muy cierto lo que dices, pero tambien hay que tener en claro que no solo los gays están expuestos a estos tipos de crimenes.. ya ven a muchos hombres pepeados, asesinados por prostitutas o sus cafichos; etc...

Saludos

Soy un desconocido. dijo...

No sé , es complicado lo que pones pero creo que el mundo gay en Lima es extraño, siempre se escuchan que a alguien le han robado, o que los chicos de la discoteca estan como hienas buscando tipos con algo de dinero para robarle... o que los taxistas que acaban en los apartamentos de alguien terminan siendo delincuentes.
Tu blog es interesante, a ver si visitas el mio , un saludo!